Para ello necesita un sofisticado sistema que ya está en marcha. Estará activado básicamente por cuatro brazos: los dispositivos que nos enseñan y transmiten lo que no vemos, como drones en carreteras o cámaras en núcleos de población; un servidor (MEC, Multi Access Edge Computing) que analice esa imagen a gran velocidad y detecte si hay algún obstáculo en la carretera; una plataforma de la Dirección General de Tráfico (DGT) que dé y reciba información de los problemas viarios y, por último, el vehículo inteligente y conectado a Internet de las Cosas (IOT, Internet of Things).